MINISTERIOS JAYIM ISRAEL, GUATEMALA
Estudio
bíblico: El ciclo de las fiestas Bíblicas
Autora: Gloria de Pérez
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Octubre
2012
|
Las fiestas del Eterno se encuentran enmarcadas en un ciclo
anual que corresponde al ciclo agrícola que el Eterno
estableció para la Tierra Prometida; en armonía con el ciclo de lluvias
tempranas y tardías.
Deuteronomio 11:10-12
“Porque la tierra a la cual entras para poseerla no es como la tierra de
Egipto de donde vinisteis, donde sembrabas tu semilla y la regabas con el pie,
como una huerta de hortalizas, sino que la tierra a la cual entráis para
poseerla, tierra de montes y valles, bebe el agua de las lluvias del cielo. Es
una tierra que el Eterno tu Dios cuida; los ojos del Eterno tu Dios están
siempre sobre ella, desde el principio hasta el fin de año…”
Un cambio radical!!!
De Egipto a La tierra de la
Promesa; Israel.
UN CAMBIO DE
LA FUENTE DE AGUA
En Egipto
dependían del Nilo, el trabajo para regar los campos era laborioso, era trabajo
de esclavos. Cuando los hijos de Israel irrigaban las hortalizas en Egipto,
utilizaban sus pies para mover una rueda que dejaba pasar el agua del río
Nilo.
Vivir en la Tierra Prometida significaba un
gran cambio. Su fuente de agua sería completamente diferente, sería por medio de un simple acto de fe. La tierra de la promesa; Israel requiere que se dependa del Eterno, se
espera en el, se espera en su misericordia. Alzarían sus rostros hacia los cielos para
BEBER agua limpia que el Dios de Israel les enviaría, las lluvias tempranas y
las lluvias tardías.
La conexión entre la lluvia
y la Torá es impresionante pues; La Torá es la instrucción de Dios, y la raíz
de la palabra hebrea “Torá” denota lluvia.
Esperar la lluvia del cielo implica FE EN LA GRACIA
DE DIOS.
LA PALABRA DE DIOS ES LLUVIA DE LOS CIELOS.
Isaías
55:10-11: “Como descienden de los
cielos la lluvia y la nieve y riegan la tierra, haciéndola producir y germinar,
dando semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi
boca, no volverá a mí vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el
propósito para el cual la envié…”
Salmo 68:8-10. Cuando el Eterno entregó la Torá a su pueblo,
esparció lluvia abundante, “tú fortaleciste tu heredad cuando estaba
extenuada…”
Salmo 1:1-3: El que se deleita en la Torá día y noche es como
el árbol firmemente plantado junto a corrientes de aguas; da su fruto a su
tiempo y su hoja no se marchita.
Efesios
5:26-27: Sus mandamientos son
lluvia del cielo. La Palabra de Dios es lluvia del cielo, es instrucción,
enseñanza divina que nos limpia y nos imparte vida.
Deuteronomio 32:1-2;
33:1-4: La Torá es lluvia, rocío y llovizna sobre
el verde prado, es como aguacero sobre la hierba.
LA VENIDA DEL MESÍAS Y EL CICLO DE LA
LLUVIA
Según las Escrituras, la venida del Mesías es en la lluvia, tardía y
temprana
Salmo 72:6: Descienda
él como la lluvia sobre la hierba cortada, como aguaceros que riegan la tierra.
Oseas 6:3: Conozcamos,
pues, esforcémonos por conocer al SEÑOR. Su salida es tan cierta como la
aurora, y El vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia de primavera que
riega la tierra.
Joel 2:23: Hijos
de Sion, regocijaos y alegraos en el SEÑOR vuestro Dios; porque El os ha dado
la lluvia temprana para vuestra vindicación, y ha hecho descender para
vosotros la lluvia, la lluvia temprana y la tardía como en el principio.
Santiago
5:7-8: Por
tanto, hermanos, sed pacientes hasta la venida del Señor. Mirad cómo el
labrador espera el fruto precioso de la tierra, siendo paciente en ello hasta
que recibe la lluvia temprana y la tardía.
LAS FIESTAS SON CITAS CON EL ETERNO
La palabra hebrea (Levítico 23:2) “moed” (fiesta), denota una
cita, un momento señalado para un encuentro con Dios. Las fiestas bíblicas son citas del Eterno,
citas de gracia y de revelación redentora y se ubican en
el ciclo agrícola que el Eterno estableció para la Tierra Prometida.
El Eterno gobierna el calendario, Él establece las citas y no nosotros.
Él es el soberano Redentor, y permanece en control de nuestras vidas, en control
del plan de redención,
cada fiesta atestigua acerca de la gracia de
Dios, da testimonio de la redención.
Las citas establecidas por
el Eterno son:
Pesaj: Pascua, Levítico 23:5.
Jag JaMatzot: Panes sin levadura, Levítico
23:6-8.
Bikurim: Primicias de los primeros
frutos, Levítico 23:9-14.
Shavuot: Pentecostés, Levítico
23:15-22.
Yom Teruá: Trompetas, Levítico
23:23-25.
Yom Kipur: Expiación, Levítico
23:26-32.
Sukot: Tabernáculos, Levítico 23:33-43.
ENSAYOS Y REPASOS
Cada cita anual y cíclica es un repaso más, un ensayo más, para celebrar
y grabar en nuestras mentes y en las mentes de nuestras generaciones el plan de
redención del Eterno para la humanidad.
Levítico 23:2,4: Las fiestas del Eterno son santas convocaciones
(repasos, ensayos). La primera convocación cubre las primeras tres citas
(Pesaj, Jag JaMatzá y Bikurim), la segunda convocación cubre la cita de
Shavuot, y la tercera convocación cubre las citas de otoño: Yom Teruá, Yom
Kipur y Sukot.
EL CALENDARIO DEL ETERNO PARA NUESTRAS VIDAS
Las fiestas que el Eterno
estableció forman el calendario divino para nuestras vidas. El calendario del
Eterno nos da identidad y propósito. Nos ubica en su ciclo de gracia divina que
espera la lluvia temprana y tardía, en una tierra que Dios cuida siempre. Nos
cita para que nos encontremos con Él, para recibir su gracia y su redención.
Las fiestas bíblicas son para nuestra santificación, son un tesoro divino que
debemos pasar de generación a generación. El impacto de la santificación es
grande y maravilloso, primero, bendice al núcleo familiar y luego se extiende
hacía la comunidad redimida.
El calendario del Eterno, incluye;
las fiestas ó citas, el conteo del Omer y los días de arrepentimiento.
El conteo del Omer
50 días entre Pesaj y Shavuot,
tiempo para crecer en santidad y dejar atrás la mentalidad esclava.
Los días de arrepentimiento
40 días entre el mes de Elul y Yom
Kipur, tiempo para arrepentimiento, para prepararnos para nuestro encuentro con
el Eterno.
EL SHABAT
El Shabat la cita semanal con El Eterno, resume y enmarca todo el ciclo de las fiestas
bíblicas. Común a todas las fiestas bíblicas es el mandamiento de guardar
reposo, ya que resaltan la gracia de Dios. La palabra “Shabat” significa
“cesar” y denota cesar toda labor. “Ningún trabajo haréis…”.
JERUSALÉM Y LA CELEBRACION DE LAS FIESTAS
Jerusalém es la ciudad de nuestras fiestas señaladas (Isaías 33:20).
¡Jerusalém es el lugar que el Eterno ha escogido para poner allí su
Nombre! Es la ciudad del Gran Rey (Génesis 14:18-20; Salmo 48:1-3).
Jerusalém es la morada del Eterno (Deuteronomio 12:5, 11, 21, 26; 14:24;
16:2, 6, 11, 16).
Hoy no podemos celebrar las fiestas exactamente como las Escrituras
detallan porque el Templo no está. Pero esto no nos excusa de celebrar las
fiestas. El exilio no tomó al Eterno desapercibido, más bien, la Torá profetiza
al respecto (Deuteronomio 30:1). Reconociendo la realidad del exilio, la Torá
nos manda a celebrar las fiestas del Eterno “en donde quiera que habitéis”.
Las fiestas son “ensayos” de la llegada del reino de los cielos. Hoy,
nuestras celebraciones son repasos imperfectos hasta el día en que las podamos
realizar con toda su revelación, esplendor y magnitud en Jerusalém, juntos con
el Rey Mesías.
OFRENDAS CON ALEGRÍA DE CORAZÓN
“No se presentarán con las manos vacías delante del Eterno. Cada hombre
dará lo que pueda, de acuerdo con la bendición del Eterno” (Deuteronomio
16:16-17).
Cada fiesta es una importante oportunidad para ofrendar lo necesario
para avanzar la obra del Eterno, para edificar su casa. Apoye a
su comunidad, apoye al liderazgo que le enseña la Palabra de Dios.
Aunque hoy no está el Templo físico en Jerusalén, esto no quiere decir
que no podemos o que no debemos ofrendar y apoyar la obra del Eterno. De hecho,
no debemos presentarnos con las manos vacías delante del Eterno.
SOMOS ARTESANOS!!!
El profeta Zacarías nos revela que Jerusalém es la casa del Eterno y que
su Rey pronto volverá.
Jerusalém debe brillar perfectamente como la Menora con sus siete brazos,
su asamblea de redimidos, completa y restaurada (Zacarías 4). Nosotros debemos unirnos a esa obra de
restauración, revirtiendo el daño causado por el exilio. La plomada del
edificador debe estar en nuestras manos (Zacarías 4:10). Debemos contribuir con generosidad, tanto con
nuestros recursos financieros como con nuestros dones espirituales, talentos
y habilidades naturales. Es un
privilegio participar en la obra del Eterno, amar lo que Él ama.
El profeta Zacarías nos revela que el trabajo del artesano, aunque es
difícil y muchas veces realizado en medio de mucha oposición, es bendecido por
el SEÑOR de los ejércitos. El artesano edifica la casa del Eterno (Zacarías
2:21). Así como Zorobabel y los otros personajes bíblicos, nosotros también
somos artesanos que trabajamos a favor de la restauración de Jerusalém. Aunque nuestra contribución sea pequeña, el
Eterno no la menospreciará, será bendecida, multiplicada y usada para la gloria
de su Nombre.