lunes, 11 de junio de 2012

Autora: Gloria Jordan de Pérez
Directora Jayim

Parashá Behaalotja
(cuando encendieres, hacéis subir)
Números 8:1-12:16


La parashá de esta semana comienza con las instrucciones a los levitas para
que encendieran la menorá. ¿Qué vimos en Números 8:1-4 al respecto?

Había llegado el momento de iniciar los últimos preparativos antes de emprender el viaje hacia la Tierra
Prometida. ¿Qué momento había llegado? ¿A qué se asemeja la luz de la menorá?

El Eterno se dirigió a Moisés y le dijo: “Dile a Aarón que, cuando acomode las lámparas, haga que su luz dé hacia el frente del candelabro”. Aarón cumplió lo que el Eterno ordenó a Moisés, y acomodó las lámparas de modo que alumbraran hacia el frente del candelabro.

El candelabro estaba hecho de oro labrado a martillo. Moisés había hecho el candelabro según el modelo
que el Eterno le había mostrado.

“El liderazgo de la nación estaba listo en su lugar. En otras palabras, Israel estaba en el preciso momento de:
‘encender sus luces’ y empezar su ministerio nacional de ser luz a las naciones. Esto queda simbolizado al
tomar tiempo extra para mencionar la función especial de la menorá del Lugar Santo.”

Los sabios han comparado la luz de la menorá con la luz del conocimiento, especialmente el conocimiento de la
Torá. “Por tener la Torá, Israel estaba en la posición de ser luz para todo el mundo, en cuanto al conocimiento de quien es el único y verdadero Dios…”

(Página 518, comentario de la Parashá Behaalotja, Torah Club Volume Two, First Fruits of Zion)


Aunque la congregación de los redimidos debe ser luz en este mundo, es únicamente el Mesías quien
realmente cumple esa responsabilidad. ¿Qué declara Juan 1:4-5, 9-10 al respecto?
¿Qué declara el Mesías en Juan 8:12? ¿Qué podemos aprender acerca de la responsabilidad de Israel de ser luz en el mundo, cómo la cumpliría? ¿Quién es la verdadera menorá de Israel (Juan 1:9)?

El Mesías se dio a conocer como la luz de Israel. ¿En qué momento fue que se reveló así?
El Mesías Yeshua es la vida y la luz de los hombres. Resplandece en las tinieblas. Es la luz verdadera que
alumbra a todo hombre.

“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.”
“Dios habilitaría a Israel para que fuera la menorá del mundo mediante Aquel que saldría de Israel, quien fielmente representaría a Israel, el Siervo del Señor, según es revelado en Isaías capítulos 42-53. Isaías revela la identidad del Siervo en estos capítulos.

Al principio, puede pensarse que el Siervo fiel especial de Dios es Israel. Sin embargo, cuando el lector llega al capítulo 53, es obvio que el Siervo es el Mesías.”

El Mesías es la verdadera menorá de Israel, de quien la menorá de oro del mishkan es un cuadro o figura. En Juan 1:9 leemos: “Existía la luz verdadera que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre.”

Lo declaró en el Templo en Jerusalén durante los últimos días de Sucot. Había miles fieles allí reunidos para celebrar Sucot. Era de noche y los atrios del Templo brillaban refulgentes por las luces de enormes menorot, todas imitando la de oro que estaba adentro del Lugar Santo, tal como lo prescribiera Moisés en la Torá.

Puesto que el Monte del Templo en Jerusalén se encuentra al resguardo de otros más altos montes que están a su alrededor, todos los moradores de Jerusalén fácilmente podían ver la brillantez de la luz que irradiaban las menorot. En el momento en que las luces brillaban a su máximo esplendor y el pueblo de Israel estaba reunido para celebrar lo que Dios había hecho por ellos, el Mesías se puso de pie y les dijo: ‘Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida’ (Juan 8:12). (Página 518, comentario de la Parashá Behaalotja, Torah Club Volume Two, First Fruits of Zion)


¿Qué instruye el Eterno a Moisés en Números 8:5-22 acerca de la purificación de los levitas, en preparación para su servicio?

Moisés debía apartar a los levitas de entre los demás para purificarlos. “Los rociarás con el agua de la purificación, y después ellos se afeitarán todo el cuerpo y lavarán su ropa; así quedarán puros.

Luego tomarán un becerro y un poco de la mejor harina, amasada con aceite, para hacer la ofrenda de cereales correspondiente, además de otro becerro para el sacrificio por el pecado. Harás que los levitas se acerquen a la tienda del encuentro y que todos los israelitas se reúnan. En seguida harás que los levitas se presenten delante de mí y que los israelitas les vayan poniendo las manos sobre la cabeza. Aarón celebrará
ante mí el rito de presentación de los levitas por parte de los israelitas, y así los levitas quedarán dedicados a mi servicio.

Después los levitas pondrán las manos sobre la cabeza de los becerros, y uno de los becerros será ofrecido como sacrificio por el pecado, y el otro como holocausto para purificar a los levitas.

Luego, tú los colocarás ante Aarón y sus hijos, y celebrarás el rito de presentación para dedicármelos; así
apartarás a los levitas de entre los demás israelitas para que sean míos. Después irán ellos a prestar su servicio en la tienda del encuentro. Deberás purificarlos y presentármelos como una ofrenda especial, porque de entre todos los israelitas, ellos están dedicados a mí.” Después de su purificación, los levitas fueron a cumplir con sus deberes en la tienda del encuentro, bajo la vigilancia de Aarón y sus hijos.


Moisés los debía rociar con agua de purificación. ¿Qué podemos aprender acerca del agua de purificación?
¿Qué instruye el Eterno en Números 9:1-5 y qué hicieron los hijos de Israel?
¿Qué problema se presentó y qué instruyó el Eterno al respecto? (Números 9:6-13)

Agua de la purificación, mei jata´t. La segunda palabra es la que se usa para la ofrenda de purificación (v.8) y se refiere a las cenizas de la vaca alazana, también llamada jata´t (19:9). Mezclada con agua potable, era rociada, jizá (19:18, 19, 21) sobre cualquier persona u objeto que hubiese sido contaminado con algún muerto.

A esas aguas también se les llamó mei nidá, aguas de limpieza (19:9, 21; 31:23). Este pasaje presume
conocimiento acerca de la ley del capítulo 19, presunción que también queda sobre entendida en 5:1-4, puesto que la expulsión afuera del campamento del individuo contaminado por un cadáver también implica la eventual restauración de esa persona. (Página 62, Jacob Milgrom, The JPS Torah Commentary, Numbers)

Celebraron la Pascua en el desierto de Sinaí, un año después que habían salido de Egipto. La celebraron el día catorce de aquel mes, al atardecer.

Había unos hombres que estaban impuros por haber tocado un cadáver, y por eso no pudieron celebrar la Pascua aquel día. Ellos fueron a ver a Moisés y a Aarón en el mismo día, y les dijeron: “Nosotros hemos tocado un cadáver y, por lo tanto, estamos impuros. ¿Acaso no se nos va a permitir presentar al Eterno la ofrenda en la fecha señalada, junto con los demás hijos de Israel?”

Moisés le respondió: “Esperen a que reciba yo instrucciones del Eterno en cuanto a ustedes.” El Eterno le
respondió: “Todos ustedes y sus descendientes deben celebrar la Pascua en mi honor. Los que estén impuros por haber tocado un cadáver, o los que se encuentren lejos, la celebrarán el día catorce del mes segundo, al atardecer. Deben comer el cordero con hierbas amargas y pan sin levadura, y no dejar nada para el día siguiente ni quebrarle ningún hueso. Celebren la Pascua


¿Cuáles son las instrucciones para el forastero que reside entre los hijos de Israel? (Números 9:14)¿Qué podemos observar al respecto?

Los extranjeros que vivan entre los hijos de Israel deberán celebrar la Pascua en honor del Eterno conforme a todas las instrucciones que había dado. La misma ordenanza (juka) era válida tanto para los extranjeros como para los hijos de Israel siguiendo todas las instrucciones que he dado.”

¿Qué nos enseña Éxodo 24:17 y II Crónicas 7:3?


La apariencia de la gloria del Eterno era como un fuego abrasador en la cumbre del monte. Cuando vieron todos los hijos de Israel descender el fuego y la gloria del Eterno sobre la casa, se postraron sobre sus rostros y adoraron al Eterno.  Desde el atardecer aparecía fuego sobre el santuario y permanecía allí hasta el
amanecer. Así sucedía siempre: de día, la nube cubría la tienda, y de noche se veía fuego. Cuando la nube se levantaba de encima de la tienda, los hijos de Israel se ponían en camino, y en el lugar donde la nube se detenía, allí


¿Qué nos enseña Números 9:16-23 acerca de la nube y del fuego?

Afirmaba la maravillosa realidad de que el Eterno estaba con ellos, fielmente dirigiendo sus pasos.
Durante el día, la nube envolvía al pueblo en su sombra refrescante y protegía al amado rebaño del Eterno del ardiente sol. Durante la noche, el fuego divino alumbraba el camino y proveía calor, protegiéndoles de las bajas temperaturas que suelen caracterizar las noches en el desierto.


Además de cumplir un propósito espiritual muy hermoso e importante, la nube y el fuego también tenían un
fin muy práctico. ¿Por qué? Las Escrituras se refieren a la nube y al fuego como la “gloria del Eterno”.
Dirigir la marcha de casi tres millones de personas hacia la Tierra Prometida no era una tarea fácil


Además de la logística abrumadora necesaria para vigilar por el bienestar diario de tantas personas, había grandes retos espirituales que enfrentar. No cabe duda que la manifestación de la presencia del Eterno por medio de la nube y el fuego era su misericordia consoladora, tanto para los líderes como para el resto del pueblo acampaban.

Cuando el Eterno lo ordenaba, los hijos de Israel se ponían en camino o acampaban, y allí se quedaban todo el tiempo que la nube permanecía sobre el santuario. Si la nube se quedaba sobre el santuario bastante tiempo, detenían su marcha para ocuparse del servicio del Eterno.


¿Qué afirma Éxodo 24:15-18 acerca de la nube que cubrió el monte Sinaí?


La nube que cubrió el monte Sinaí era la gloria del Eterno que reposó sobre el monte. Al séptimo día el Eterno llamó a Moisés de en medio de la nube. Los hijos de Israel contemplaban la gloria del Eterno como un fuego consumidor sobre la cumbre del monte. Moisés entró en medio de la nube y subió al monte, para hablar con el Eterno, cara a cara (boca a boca).


¿Según Nehemías 9:12 y Salmo 105:39, qué propósito cumplían la nube y la columna de fuego?


Guiaban y alumbraban el camino que debían tomar los hijos de Israel. La nube los cubría y el fuego los
iluminaba.


¿Qué afirma Pablo en I Corintios 10:1-2 acerca de la nube y qué podemos aprender al respecto?


“y en Moisés todos fueron bautizados en la nube…” La afirmación de Pablo aquí nos revela que la nube santificaba y limpiaba al pueblo, sumergiéndolo en una mikva, un baño de purificación.


¿Qué nos revelan Hechos 1:9-11 y Lucas 21:17 acerca de la nube?


Una nube recibió al Mesías Yeshua y dos varones en vestiduras blancas dijeron: “Este mismo Yeshua, que ha sido tomado de vosotros al cielo, retornará de la misma manera, tal como le habéis visto ir al cielo.” El Hijo del Hombre vendrá (por segunda vez) en una nube con poder y gran gloria


¿Qué afirma Isaías 4:4-6 acerca de la nube y el fuego durante el reino mesiánico?


Cuando el Eterno haya lavado la inmundicia de Jerusalén, entonces creará una nube durante el día y
resplandor de llamas de fuego por la noche. “Sobre toda la gloria habrá un dosel; será un cobertizo para dar sombra contra el calor del día y refugio y protección…”



¿Cómo se refiere Pablo a la nube y al fuego? (Romanos 9:4)

Las trompetas de plata servían una importante función convocatoria.

¿Qué nos enseña Números 10:1-10 al respecto?
¿Qué nos enseña Isaías 58:1 y Apocalipsis 1:10 acerca del sonido de la trompeta?
¿Qué podemos aprender acerca del  sonido de las trompetas y su relación con la marcha y la guerra?
Pablo se refiere a “la gloria”. La nube y el fuego representan la presencia del Eterno. El fuego representa su santidad y su juicio.

El Eterno le dijo a Moisés: “Haz dos trompetas de plata labrada a martillo, las cuales te servirán para reunir a la gente y para da la señal de partida.

Cuando se toquen las dos trompetas, todo el pueblo deberá reunirse ante ti, a la entrada de la tienda del encuentro con Dios. Pero cuando se toque una sola, se reunirán solamente los principales jefes de tribu. Cuando el toque de trompetas vaya acompañado de fuertes gritos, se pondrán en camino los que estén
acampados en el lado este, y al segundo toque se pondrán en camino los que estén acampados en el lado sur. El toque de trompetas acompañado de gritos será la señal de partida. El simple toque de trompetas será la señal parta que se reúna la gente. Los encargados de tocar las trompetas serán los sacerdotes, los descendientes de Aarón. Esta será para ustedes una ley permanente. Cuando un enemigo los ataque en su propio territorio y ustedes tengan que salir sin pelear, toquen las trompetas y lancen fuertes gritos. Así yo, el Eterno su Dios, me acordaré de ustedes y los salvaré de sus enemigos. Toquen también las trompetas en días alegres, como los días de fiesta o de luna nueva, cuando ofrecen holocaustos y sacrificios de
reconciliación. Así yo me acordaré de ustedes. Yo soy el Eterno su Dios.”

Las Escrituras nos revelan que el sonido de la trompeta describe una voz que exhorta y voz, como sonido de trompeta.” El sonido de las trompetas convocaba a los hijos de Israel para que marcharan hacia la Tierra Prometida. Al mismo tiempo que las trompetas anunciaban el inicio de la marcha, éstas cumplían una
función importante en la guerra. ¡Su sonido le “recuerda” al Eterno que Israel necesita su socorro y El se levanta para derrotar a sus enemigos! Es interesante notar que fue la marcha del pueblo y el sonido de siete trompetas (en ese caso, eran de cuerno de carnero y no de plata) fue lo que Dios usó para conquistar Jericó (Josué 6). Asimismo, los juicios finales sobre los enemigos de Israel, descritos en el libro de Apocalipsis, están enmarcados en el sonido de siete trompetas. Luego el Mesías vendrá por segunda vez y los derrotará.



¿Qué aprendimos en Números 10:11- 28 acerca de la partida de Israel del Sinaí hacia la Tierra Prometida?



El día veinte del mes segundo del segundo año, se levantó la nube de encima del Tabernáculo. Los hijos de
Israel se pusieron en marcha, partiendo del desierto de Sinaí. La nube se detuvo en el desierto de Parán. Tal como el Eterno lo había ordenado por medio de Moisés, en primer lugar iban los ejércitos que marchaban bajo la bandera de Judá, y que tenían como jefe a Nahasón, hijo de Aminadab. Al frente del ejército de la tribu de Isacar estaba Natanael, hijo de Suar. Al frente del ejército de la tribu de Zabulón estaba Eliab, hijo de Helón. Entonces desarmaron el santuario, y los descendientes de Gersón y de Merarí, que eran los encargados de transportarlo, se pusieron en camino. En seguida iban los ejércitos que marchaban bajo la bandera de Rubén, y que tenían como jefe a Elisur, hijo de Sedeúr. Al frente del ejército de la tribu de Simeón estaba Selumiel, hijo de Surisadai. Al frente del ejército de la tribu de Gad estaba Eliasaf, hijo de
Reuel. En seguida iban los descendientes de Quehat, que llevaban los utensilios sagrados. Cuando ellos
llegaban, ya encontraban el santuario instalado. Después seguían los ejércitos



que marchaban bajo la bandera de Efraín, y que tenían como jefe a Elisamá, hijo de Amihud. Al frente del
ejército de la tribu de Manasés estaba Gamaliel, hijo de Pedasur. Al frente del ejército de la tribu de Benjamín estaba Abidán, hijo de Guidoní. Por último, detrás de los otros ejércitos, seguían los que marchaban bajo la bandera de Dan, y que tenían como jefe a Ahiézer, hijo de Amisadai. Al frente del ejército de la tribu de Aser estaba Paguiel, hijo de Ocrán. Al frente del ejército de la tribu de Neftalí estaba Ahirá, hijo de Enán. Este era el orden que seguían los ejércitos israelitas cuando se ponían en camino.



¿Qué comenta el autor Jeffrey Enoch Feinberg al respecto?


“Los recién casados debían pasar juntos un año antes de ir a la guerra (Deuteronomio 24:5). Así, Israel
permanece en el Sinaí durante casi 12 meses. De pronto, la nube se eleva e Israel también levanta su campamento.  ¡Finalmente, comienza la trayectoria a través del desierto!” (Página 56, Jeffrey Enoch Feinberg, PH.D., Walk Numbers!)


¿Según Números 10:29-32, qué dijo el suegro de Moisés en el momento de partir y qué le respondió Moisés?





El suegro de Moisés le dijo que regresaba a su tierra, pero Moisés le insistió que les acompañara a la Tierra
Prometida: “No te vayas. Tú conoces bien los lugares donde se puede acampar en el desierto, y puedes
servirnos de guía. Si vienes con nosotros, compartiremos contigo todo lo bueno que el Eterno nos conceda.”



¿Según Números 10:33-34, cómo fue su partida? ¿Qué iba delante de ellos y con qué propósito?



Se fueron del monte del Eterno y caminaron durante tres días. El arca del pacto del Eterno iba delante de ellos, buscándoles un lugar donde reposar.


¿Qué nos revela Deuteronomio 1:30- 33 acerca del corazón del Eterno para con su pueblo?




El Eterno condujo al pueblo por el desierto así como un padre lleva a su hijo.



¿Qué declaraba Moisés cuando el arca se ponía en marcha y cuando descansaba? (Números 10:35-36)



En cuanto el arca se ponía en marcha Moisés decía: “¡Levántate, Eterno! ¡Que se dispersen tus enemigos! ¡Que al verte huyan los que te odian!” Pero cuando el arca se detenía, decía Moisés: “¡Vuelve ahora, Eterno, a los incontables ejércitos de Israel!”


¿Qué canta David en el Salmo 68:1-4?


“Levántese Dios; sean esparcidos sus enemigos, y huyan delante de Él los que le aborrecen. Como se disipa el humo, disípalos: como la cera se derrite delante del fuego, así perezcan los impíos delante de Dios… abrid paso al que cabalga por los desiertos, cuyo nombre es Eterno; regocijaos delante de Él.”



¿Cuando estudiamos la primera parashá de Números, qué vimos acerca del arca del pacto?


El arca del pacto era el mueble más importante del Tabernáculo, puesto que representaba el trono de Dios y también el estrado de sus pies (I Crónicas 28:2; Salmo 99:5; 132:7-8).


¿Qué podemos aprender acerca del trono del Eterno y del mensaje que comunica a los enemigos de Israel?




El trono del Eterno denota su majestad y su soberanía. Comunica un mensaje importante a los enemigos de Israel, ya que ante Él se ha de doblar toda rodilla y toda lengua ha de jurarle lealtad (Isaías 45:23; Filipenses 2:10-11). Los enemigos son el estrado de sus pies, y El domina con su poderoso cetro en medio de ellos (Salmo 110:1-2). El Eterno está sentado en su trono y todo el ejército de los cielos está a su derecha y
a su izquierda (II Crónicas 18:18). El Eterno, el Anciano de Días, está sentado en su trono y juzga. Alrededor de su trono hay llamas de fuego (Daniel 7:9- 14). Los millares y millares



¿Según Génesis 22:18 y Gálatas 3:8-9, quiénes son los “millares y millares de Israel” que Moisés menciona en Números 10:36?


Los millares y millares de Israel son los redimidos de todas las naciones, los que por la fe en el Mesías Yeshua, vienen a ser hijos de Abraham.


¿Según Números 11:1-3, qué sucedió?



Los hijos de Israel se pusieron a murmurar contra el Eterno debido a las dificultades por las que estaban

pasando. El Eterno se enojó mucho y les envió un fuego que incendió los alrededores del campamento. El pueblo gritó pidiendo ayuda a Moisés, y  Moisés rogó al Eterno por ellos. Entonces el fuego se apagó. Por eso aquel lugar se llamó Taberá, porque allí el fuego del Eterno ardió contra ellos.



¿Qué comenta el Rabino Munk acerca de esta situación?


“Curiosamente el texto no especifica de qué se lamentaban, dice solamente que el pueblo estaba quejoso… en su alegría de dejar finalmente el Monte Sinaí, aquí se trata de un lamento interior del alma que no se expresa con discursos o actos, una especie de nostalgia por los tiempos en que adoraban los ídolos (de Egipto).” (Página 216, Rabino E. Munk, La Voz de la Torah, comentarios de Números, Vol. VI)




¿Según Números 11:4-9, qué más sucedió?


Influenciados por la codicia insaciable de la multitud mixta que estaba entre ellos, los hijos de Israel también se pusieron a llorar y a decir: “¡Ojalá tuviéramos carne para comer! ¡Cómo nos viene a la memoria el pescado que comíamos gratis en Egipto! Y también comíamos pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos. Pero ahora nos estamos muriendo de hambre, y no se ve otra cosa que maná.”




¿Qué nos explica este pasaje acerca del maná?


El maná era parecido a la semilla del cilantro; tenía un color amarillento, como el de la resina, y sabía a tortas de harina con aceite. La gente salía a recogerlo, y luego lo molían o machacaban, y lo cocinaban o lo
preparaban en forma de panes. Por la noche, cuando caía el rocío sobre el campamento, caía también el maná.




¿Según Números 11:34, cuál es la raíz del deseo insaciable y qué podemos aprender al respecto?


La raíz de su pecado era la codicia. Anhelamos lo que no tenemos, y no estamos conformes ni agradecidos con lo que el Eterno nos ha dado para nuestro bienestar diario. “El deseo insaciable” (la codicia) que ruge en
nuestros corazones es un enemigo interno maligno y muy poderoso que
nos hace mucho daño.


¿Qué nos revela Salmo 78:17-19 acerca de lo que había sucedido?


Siguieron pecando contra el Eterno, rebelándose contra el Altísimo en el desierto. En sus corazones tentaron a Dios, pidiendo comida a su gusto. Hablaron contra Dios y dijeron: “¿Podrá Dios preparar mesa en el desierto?”


¿Qué más nos revela Salmo 106:13-15?


Pronto se olvidaron de sus obras; no esperaron su consejo. Tuvieron apetitos desenfrenados en el desierto y tentaron a Dios en las soledades. Él les concedió lo que pedían, pero envió una plaga mortal sobre ellos.





¿Cómo nos exhorta Hebreos 13:5?


“Sea vuestro carácter sin avaricia, contentos con lo que tenéis, porque Él mismo ha dicho: Nunca te dejaré ni te desampararé”.




¿Cómo nos exhorta Pablo en Colosenses 3:5-6 y qué nos revela acerca de la avaricia?




La avaricia y la codicia son idolatría. Debemos considerar los miembros de nuestros cuerpos como muertos a los malos deseos, y a la avaricia, que es idolatría.




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