martes, 23 de octubre de 2012

MINISTERIOS JAYIM ISRAEL, GUATEMALA
Estudio bíblico: El ciclo de las fiestas Bíblicas
Autora: Gloria de Pérez
Octubre
2012

 

Las fiestas del Eterno se encuentran enmarcadas en un ciclo anual que corresponde al ciclo agrícola que el Eterno estableció para la Tierra Prometida; en armonía con el ciclo de lluvias tempranas y tardías.
Deuteronomio 11:10-12
“Porque la tierra a la cual entras para poseerla no es como la tierra de Egipto de donde vinisteis, donde sembrabas tu semilla y la regabas con el pie, como una huerta de hortalizas, sino que la tierra a la cual entráis para poseerla, tierra de montes y valles, bebe el agua de las lluvias del cielo. Es una tierra que el Eterno tu Dios cuida; los ojos del Eterno tu Dios están siempre sobre ella, desde el principio hasta el fin de año…”
Un cambio radical!!!  De  Egipto a La tierra de la Promesa; Israel.

UN CAMBIO DE LA FUENTE DE AGUA
En Egipto dependían del Nilo, el trabajo para regar los campos era laborioso, era trabajo de esclavos. Cuando los hijos de Israel irrigaban las hortalizas en Egipto, utilizaban sus pies para mover una rueda que dejaba pasar el agua del río Nilo. 
 Vivir en la Tierra Prometida significaba un gran cambio. Su fuente de agua sería completamente diferente,  sería por medio de un simple acto de fe. La tierra de la promesa;  Israel requiere que se dependa del Eterno, se espera en el, se espera en su misericordia.  Alzarían sus rostros hacia los cielos para BEBER agua limpia que el Dios de Israel les enviaría, las lluvias tempranas y las lluvias tardías.

 La conexión entre la lluvia y la Torá es impresionante pues; La Torá es la instrucción de Dios, y la raíz de la palabra hebrea “Torá” denota lluvia.    Esperar la lluvia del cielo implica FE EN LA GRACIA DE DIOS.

LA PALABRA DE DIOS ES LLUVIA DE LOS CIELOS.

Isaías 55:10-11: “Como descienden de los cielos la lluvia y la nieve y riegan la tierra, haciéndola producir y germinar, dando semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié…”
Salmo 68:8-10. Cuando el Eterno entregó la Torá a su pueblo, esparció lluvia abundante, “tú fortaleciste tu heredad cuando estaba extenuada…”
Salmo 1:1-3: El que se deleita en la Torá día y noche es como el árbol firmemente plantado junto a corrientes de aguas; da su fruto a su tiempo y su hoja no se marchita.
Efesios 5:26-27: Sus mandamientos son lluvia del cielo. La Palabra de Dios es lluvia del cielo, es instrucción, enseñanza divina que nos limpia y nos imparte vida.
 Deuteronomio 32:1-2; 33:1-4: La Torá es lluvia, rocío y llovizna sobre el verde prado, es como aguacero sobre la hierba.

 LA VENIDA DEL MESÍAS Y EL CICLO DE LA LLUVIA
Según las Escrituras,  la venida del Mesías es en la lluvia, tardía y temprana
Salmo 72:6: Descienda él como la lluvia sobre la hierba cortada, como aguaceros que riegan la tierra.
Oseas 6:3: Conozcamos, pues, esforcémonos por conocer al SEÑOR. Su salida es tan cierta como la aurora, y El vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia de primavera que riega la tierra.
Joel 2:23: Hijos de Sion, regocijaos y alegraos en el SEÑOR vuestro Dios; porque El os ha dado la lluvia temprana para vuestra vindicación, y ha hecho descender para vosotros la lluvia, la lluvia temprana y la tardía como en el principio.
Santiago 5:7-8: Por tanto, hermanos, sed pacientes hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el fruto precioso de la tierra, siendo paciente en ello hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía. 



LAS FIESTAS SON CITAS CON EL ETERNO
La palabra hebrea (Levítico 23:2) “moed” (fiesta), denota una cita, un momento señalado para un encuentro con Dios.  Las fiestas bíblicas son citas del Eterno, citas de gracia y de revelación redentora y se ubican en el ciclo agrícola que el Eterno estableció para la Tierra Prometida.
El Eterno gobierna el calendario, Él establece las citas y no nosotros. Él es el soberano Redentor, y permanece en control de nuestras vidas, en control del plan de redención,   
c
ada fiesta atestigua acerca de la gracia de Dios, da testimonio de la redención.    
Las citas establecidas por el Eterno son:
Pesaj: Pascua, Levítico 23:5.
Jag JaMatzot: Panes sin levadura, Levítico 23:6-8.
Bikurim: Primicias de los primeros frutos, Levítico 23:9-14.
Shavuot: Pentecostés, Levítico 23:15-22.
Yom Teruá: Trompetas, Levítico 23:23-25.
Yom Kipur: Expiación, Levítico 23:26-32.
Sukot: Tabernáculos, Levítico 23:33-43.

ENSAYOS Y REPASOS
Cada cita anual y cíclica es un repaso más, un ensayo más, para celebrar y grabar en nuestras mentes y en las mentes de nuestras generaciones el plan de redención del Eterno para la humanidad. 
Levítico 23:2,4: Las fiestas del Eterno son santas convocaciones (repasos, ensayos). La primera convocación cubre las primeras tres citas (Pesaj, Jag JaMatzá y Bikurim), la segunda convocación cubre la cita de Shavuot, y la tercera convocación cubre las citas de otoño: Yom Teruá, Yom Kipur y Sukot.

EL CALENDARIO DEL ETERNO PARA NUESTRAS VIDAS
 Las fiestas que el Eterno estableció forman el calendario divino para nuestras vidas. El calendario del Eterno nos da identidad y propósito. Nos ubica en su ciclo de gracia divina que espera la lluvia temprana y tardía, en una tierra que Dios cuida siempre. Nos cita para que nos encontremos con Él, para recibir su gracia y su redención. Las fiestas bíblicas son para nuestra santificación, son un tesoro divino que debemos pasar de generación a generación. El impacto de la santificación es grande y maravilloso, primero, bendice al núcleo familiar y luego se extiende hacía la comunidad redimida.
El calendario del Eterno, incluye; las fiestas ó citas, el conteo del Omer y los días de arrepentimiento.
El conteo del Omer
50 días entre Pesaj y Shavuot, tiempo para crecer en santidad y dejar atrás la mentalidad esclava.
Los días de arrepentimiento
40 días entre el mes de Elul y Yom Kipur, tiempo para arrepentimiento, para prepararnos para nuestro encuentro con el Eterno.

EL SHABAT
El Shabat la cita semanal con El Eterno,  resume y enmarca todo el ciclo de las fiestas bíblicas. Común a todas las fiestas bíblicas es el mandamiento de guardar reposo, ya que resaltan la gracia de Dios. La palabra “Shabat” significa “cesar” y denota cesar toda labor. “Ningún trabajo haréis…”.

JERUSALÉM Y LA CELEBRACION DE LAS FIESTAS
Jerusalém es la ciudad de nuestras fiestas señaladas (Isaías 33:20).
¡Jerusalém es el lugar que el Eterno ha escogido para poner allí su Nombre! Es la ciudad del Gran Rey (Génesis 14:18-20; Salmo 48:1-3).
Jerusalém es la morada del Eterno (Deuteronomio 12:5, 11, 21, 26; 14:24; 16:2, 6, 11, 16).
Hoy no podemos celebrar las fiestas exactamente como las Escrituras detallan porque el Templo no está. Pero esto no nos excusa de celebrar las fiestas. El exilio no tomó al Eterno desapercibido, más bien, la Torá profetiza al respecto (Deuteronomio 30:1). Reconociendo la realidad del exilio, la Torá nos manda a celebrar las fiestas del Eterno “en donde quiera que habitéis”.
Las fiestas son “ensayos” de la llegada del reino de los cielos. Hoy, nuestras celebraciones son repasos imperfectos hasta el día en que las podamos realizar con toda su revelación, esplendor y magnitud en Jerusalém, juntos con el Rey Mesías.

OFRENDAS CON ALEGRÍA DE CORAZÓN
“No se presentarán con las manos vacías delante del Eterno. Cada hombre dará lo que pueda, de acuerdo con la bendición del Eterno” (Deuteronomio 16:16-17).
Cada fiesta es una importante oportunidad para ofrendar lo necesario para avanzar la obra del Eterno, para edificar su casa.  Apoye  a su comunidad, apoye al liderazgo que le enseña la Palabra de Dios.
Aunque hoy no está el Templo físico en Jerusalén, esto no quiere decir que no podemos o que no debemos ofrendar y apoyar la obra del Eterno. De hecho, no debemos presentarnos con las manos vacías delante del Eterno.

SOMOS ARTESANOS!!!
El profeta Zacarías nos revela que Jerusalém es la casa del Eterno y que su Rey pronto volverá.
Jerusalém debe brillar perfectamente como la Menora con sus siete brazos, su asamblea de redimidos, completa y restaurada (Zacarías 4).  Nosotros debemos unirnos a esa obra de restauración, revirtiendo el daño causado por el exilio. La plomada del edificador debe estar en nuestras manos (Zacarías 4:10).  Debemos contribuir con generosidad, tanto con nuestros recursos financieros como con nuestros dones espirituales, talentos y  habilidades naturales. Es un privilegio participar en la obra del Eterno, amar lo que Él ama.
El profeta Zacarías nos revela que el trabajo del artesano, aunque es difícil y muchas veces realizado en medio de mucha oposición, es bendecido por el SEÑOR de los ejércitos. El artesano edifica la casa del Eterno (Zacarías 2:21). Así como Zorobabel y los otros personajes bíblicos, nosotros también somos artesanos que trabajamos a favor de la restauración de Jerusalém.  Aunque nuestra contribución sea pequeña, el Eterno no la menospreciará, será bendecida, multiplicada y usada para la gloria de su Nombre.

viernes, 12 de octubre de 2012

La cremación


MINISTERIOS JAYIM ISRAEL, GUATEMALA
Estudio bíblico: La Cremación
Autora: Gloria de Pérez 
Septiembre
2012



Estudio acerca de la cremación
Perspectiva Bíblica ¿Debemos Cremar o Enterrar?


¿Qué es la cremación?

La cremación es un acto violento que destruye al cuerpo humano por medio del fuego y  pulverizadores. Reduce al cuerpo humano a cenizas por medio del fuego, y pulveriza los huesos y el cráneo.

¿Cómo se hace?

La caja que contiene el cuerpo es colocada en la retorta e incinerada a la temperatura de 760 a 1150 °C. Durante el proceso, una gran parte del cuerpo (especialmente los órganos) y otros tejidos suaves son vaporizados y oxidados debido al calor y los gases son descargados en el sistema de escape. El proceso completo toma al menos dos horas.

Cuando la cremación ha concluido, lo que queda son fragmentos secos de hueso (en su mayor parte fosfatos de calcio y minerales secundarios). Éstos representan aproximadamente el 3,5 % del peso del cuerpo original total (2,5% en niños, aunque hay variaciones según la consistencia del cuerpo). Debido a que el tamaño de los fragmentos de hueso secos está estrechamente relacionado con la masa esquelética, su tamaño varía de persona a persona. El cráneo de la persona conserva su forma y parte de su densidad.

Después de que la incineración del cadáver ha concluido, los fragmentos de hueso son retirados de la retorta, y el operador utiliza un pulverizador, llamado "cremulador" para procesarlos hasta que adquieren la consistencia de granos de arena (esto en función de la eficiencia del cremulador). En cuanto al cráneo, su dimensión no le permite pasar por el orificio del cremulador, es golpeado y aplastado con un instrumento similar a un palo de amasar, pero de mayor tamaño, el cual se desliza sobre el cráneo carbonizado hasta pulverizarlo y convertirlo en cenizas; esta operación incluso ha sido filmada y exhibida en televisión. Los pulverizadores generalmente hacen uso de alguna clase de mecanismo giratorio, para pulverizar los huesos, tales como los molinos de bolas en los modelos más viejos.

La manera en que tratamos a nuestros muertos testifica acerca de nuestras creencias acerca de Dios, revela la realidad de nuestra fe. ¿Cuál es el mandamiento bíblico acerca del trato que debemos tener con restos humanos?

El Creador formó al cuerpo humano del polvo de la tierra (Génesis 2:7).  El hecho de enterrar el cuerpo de nuestro ser amado fallecido es el acto de devolverle al Creador su obra de creación y esperar el día de la resurrección.  Nuestros cuerpos pertenecen al Creador, no nos pertenecen a nosotros y por esa razón se deben devolver al Creador lo más completo, y en las mejores condiciones posibles.

El cuerpo humano es maravillosamente diseñado y está en la cúspide de lo que Dios creó, más brillante aún que el mundo y los cuerpos celestes. La creación de la humanidad deja ver evidentemente la huella de Dios en el mundo. Deja sin excusa alguna que el hombre no crea en la existencia de un Dios sabio y omnisapiente ya que sólo el Eterno pudo haber diseñado y creado algo de tan absoluta belleza. Como lo ha declarado el salmista (Salmo 139:14): "Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho."

Debemos tomar en cuenta que el cuerpo es la morada del Espíritu Santo, y que por consiguiente es morada del Eterno. La Torá (la instrucción de Dios) está escrita en nuestro corazón. Fuimos creados por el Eterno a su imagen y semejanza. Cometer algún acto violento o destructivo en contra del cuerpo humano es algo serio, abominable ante los ojos del Eterno, nuestro Creador. (I Corintios 3:17)

LA ESPERANZA DE LA RESURRECCIÓN

Debemos entender que el mismo cuerpo que se enterró y que ya inició el proceso de regresar a su estado original de polvo, será completamente renovado y levantado por el Creador en el día de la resurrección. Es difícil imaginar esto, realmente imposible comprenderlo, pero es una maravilla que abrazamos por fe, pertenece a la obra victoriosa de Cristo Jesús. (2 Tim 1:10)

Romanos 8:11… el mismo Espíritu que resucitó al Mesías de entre los muertos habita en vosotros… también dará vida a vuestros cuerpos mortales por medio del Espíritu que habita en nosotros.
I Corintios 15:35-58, 2 Corintios 5:1-9, Mateo 27:52-53, Fil. 3:21, I Corintios 6:14-20 y Daniel 12:1-2

El hecho de ser sepultado y regresar al polvo no es algo temible ni despreciable, más bien denota entrar en un estado de reposo (“los que duermen en el polvo”, Daniel 12:1-2). Génesis 3:19: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres y al polvo volverás…”
Salmo 90:1-3; 104:27-30; Salmo 103:13-14

La voz del Mesías, el sonido del shofar (trompeta) nos levantará del polvo, porque Él venció la muerte. (Juan 5:24-25, 28-29)

La responsabilidad de llevar a cabo un entierro correcto cae en las manos de la familia del  fallecido. Si por su ignorancia o incredulidad, alguna persona haya dicho en vida que quería ser cremado al morirse, no debemos cumplir con su deseo, sino que lo debemos enterrar con el respecto y cuidado que merece todo ser humano creado a la imagen y semejanza del Eterno.

Mediante el enterramiento del ser amado, su recuerdo es realzado y afirmado. Lo opuesto es cierto con la cremación. Cremar al ser querido es como si se tratara de borrar el recuerdo de quien murió y para siempre eliminar cualquier prueba física de que existió. 

La cremación destruye los huesos, es abominación ante el Eterno (Amos 2:1). En contraste, los antiguos juntaban los huesos de quien había muerto y los depositaban en una pequeña caja llamada osario. Este proceso, que ocurría un año después del enterramiento, era un refuerzo vívido de la necesidad de recordar, de rememorar la manera en que el que había muerto había afectado las vidas de aquellos a quienes conoció.

El fuego sobre el cuerpo es algo que acompaña a la idolatría. Tiene que ver con el juicio divino. Deuteronomio 18:9-12; 2 Reyes 17:29-41; Lamentaciones 1:13; Salmo 79:1-7
No enterrar es juicio reservado para los enemigos de Israel… (2 Reyes 9:10, 30-37)

El comentario hebreo observa que cuando es cremado, el cuerpo se convierte en ceniza. Cuando es enterrado, el cuerpo se vuelve polvo y se convierte en una sola cosa con la tierra. Hay una gran diferencia entre ambos. La tierra es fértil; la ceniza no. La tierra permite que haya nuevo crecimiento y fomenta la vida. La ceniza es estéril, no tiene vida. Convertir el cuerpo en ceniza es algo en contra de la naturaleza. Pero, el proceso gradual de tornarse en tierra es acorde con el significado intrínseco de la muerte. El paso de una generación permite la germinación de otra, y los que están vivos son nutridos e inspirados por el legado de los muertos. Nuestros antecesores son tierra, del cual nosotros brotamos, como un renuevo. Aún en la muerte, ellos son fuente de vida.




Enterrar es una práctica bíblica:
Cremar es práctica pagana:
Dt. 21:23, I Reyes 13:26-34; Marcos 14:8; Juan 19:40. Expresa fe que el mismo cuerpo enterrado algún día resucitará, por la obra de redención
El cuerpo tiene mucho valor

Es de particular importancia para las religiones (Hinduismo/Budismo). En estas religiones dicen que el cuerpo solo es un depósito para el alma, y que el cuerpo que queda después de la muerte no tiene ningún valor.
Honra al Creador, dándole el respeto que merece por su creación (Salmo 139).
Deshonra al Creador, muestra desprecio por su obra de creación.

Testifica esperanza de la resurrección.

Dice que todo ha terminado, no hay esperanza de resurrección.
Recuerda al ser querido y dice que algún día lo volveremos a ver.
Borra toda memoria del ser querido.

El cuerpo reposa, regresa al polvo (estado original) en espera del glorioso retorno del Mesías.
Juicio que pertenece a los enemigos de Israel (2 Reyes 9:10, 30-37)